Hace prácticamente un año que decidimos terminar la lactancia diferida. Como os comenté en su día yo me había marcado la fecha final prácticamente desde el principio. Tenía claro que, por mi salud mental, intentaría llegar al año, pero que no iría más allá. Siempre tuve claro que, cuando pudiera introducirle la leche de vaca, la lactancia diferida se terminaría.
Después de un año sigo teniendo bastantes sentimientos encontrados con todo el tema de la lactancia. Es más, creo que el no haber podido darle el pecho de manera directa será una espinita que llevaré clavada siempre. Como hace un año de todo esto y puedo verlo con más perspectiva, hoy voy a intentar responder algunas preguntas que me hacéis cuando os enteráis de que he estado un año haciendo lactancia diferida.
¿Te arrepientes de haber dejado la lactancia diferida?
Sí y no. Por un lado, yo estaba muy quemada y físicamente no me encontraba bien (muchas horas sin dormir, gritas y llagas en el pecho por el uso del sacaleches, cansancio acumulado, etc.). Además, no podía salir a ningún sitio, siempre iba pensando en cuántas horas de «autonomía» iba a tener. Porque saltarme una extracción suponía dolor y más horas de extracción después. Por otro lado, en lo que al peque respecta, sí que me arrepiento. La leche materna tiene muchos beneficios que no tiene la leche de vaca… Además, ahora que se pone tanto malito después de haber comenzado la escuela infantil, sé que la leche materna le habría ayudado. Por lo que… por esa parte sí que me arrepiento y me siento culpable.
A pesar de lo anterior, sí tuviera que dar una sola respuesta de sí o no, te diría que no me arrepiento.
¿Qué aprendí de mi experiencia con la lactancia diferida?
Aprendí, sobre todo, a no tener expectativas. Nada de mi lactancia fue como yo pensé que iba a ser… ¿Quién me iba a decir que el peque no iba a querer tomar pecho de manera directa? Se me había pasado por la cabeza, pero desde luego que no como algo «real». En mis planes existía la posibilidad de poder tener dificultades, pero no existía la posibilidad de que la lactancia directa desde el pecho fuera a ser un fracaso total. Por lo que… me enseñó a que anticipar el futuro no sirve absolutamente de nada.
También aprendí que la lactancia diferida es un acto lleno de esfuerzo, amor y sacrificio. Soy consciente de que todas las lactancias pueden complicarse, pero la lactancia diferida lleva consigo un gran esfuerzo y muchas horas invertidas… por lo que, para mí, es un gran acto de amor.
Además, aprendí que alimentar al bebé con leche materna, aunque no fuera directamente desde el pecho, era igual de válido y beneficioso. De la misma manera que también lo es alimentar al bebé con leche de fórmula.
Sobre todo y lo más importante, entendí que el vínculo con mi bebé no dependía de dar el pecho directamente. ¿Qué mayor acto de amor que vivir pegada a un sacaleches durante un año? El vínculo estaba presente en cada toma, en cada caricia y en cada momento que compartíamos.
¿Haría algo diferente si tuviera que repetirlo?
Sí, rotundamente sí. En su momento no contaba con la formación ni la información necesaria. Pero a día de hoy habría contactado con un asesor o una asesora de lactancia que me hubiese ayudado a dar el pecho de manera directa. A día de hoy sigo sin saber por qué el peque no se agarraba al pecho y me habría gustado saberlo para poderlo solventar.
También sería más compasiva conmigo misma. Me estuve sintiendo fatal (todavía lo hago) por no haber podido dar el pecho de manera directa o por no extraer «suficiente» leche, cuando en realidad estaba haciendo todo lo que podía y más.
¿Cómo lidiar con la presión social y los comentarios sobre la lactancia?
Los comentarios de la gente pueden llegar a ser totalmente destructivos. Yo recuerdo muchos comentarios despectivos hacia la lactancia diferida que tuve que aguantar de muchas personas diferentes (incluso personas cercanas).
En el caso de que estés recibiendo este tipo de comentarios, te recomiendo que:
- Recuerdes que nadie está en tu lugar. Solo tú sabes el esfuerzo que estás haciendo y lo que es mejor para tu bebé.
- No entre en debates. No tienes que justificarte por lo que estás haciendo, cuántos menos detalles des, mucho mejor. No vale la pena discutir con quien no entiende o con quien no respeta tu decisión.
- Busca una comunidad de apoyo. Los grupos de madres que han pasado por lo mismo, pueden ser un gran alivio. Yo pertenezco a un grupo de lactancia diferida en el que diferentes madres se apoyan entre ellas. Sí quieres entrar, puedes escribirme un email (novedades@mimosypañales.com).
Un libro que me ayudó mucho con todo este tema es uno de Olga Castanyer que se llama «La asertividad: expresión de una sana autoestima«.
En resumen, la lactancia diferida es un camino lleno de espinas y rosas… No me arrepiento de haber tomado este camino, pero a día de hoy puedo decir que si volviera a pasar por lo mismo intentaría buscar más ayuda.