En el apartado de «Lactancia Diferida» os expliqué cómo estoy haciendo yo la lactancia. Hoy quiero explicaros cuál ha sido mi experiencia por si alguien está en la misma situación que yo. A mí me habría ayudado mucho conocer la experiencia de alguien que estuviese haciendo lo mismo que yo.
¿Vas a dar el pecho?
Antes de empezar a comentaros mi experiencia, me gustaría poner de manifiesto que desde mi punto de vista vivimos en una sociedad que nos empuja a hacer LME y pobre de ti si no la haces porque serás juzgada por todo el mundo. Yo recuerdo que desde el embarazo, sin preguntarme previamente si iba a dar el pecho o no, las mujeres de mi familia me fueron regalando ropa de lactancia.
A mí era algo que me ofendía bastante porque creo que es una elección de la madre y el bebé y, por lo tanto, no se puede dar por supuesto. Yo me quejaba porque no entendía por qué mi regalo de navidad o cumpleaños de ese año tenía que ser ropa para lactancia. Soy algo más que una mujer que va a dar el pecho y eso si llegaba a hacerlo.
Comentarios desafortunados
Aparte de los regalos para que hagas LME, también te encuentras a gente que te hace comentarios, a mi parecer desafortunados como “¿le darás el pecho no?” (como si no existiese otra opción) o… una vez que ha nacido “¿lo estás criando tú?”, “¿le estás dando el pecho?». Como si lo único que importase después del nacimiento del bebé fuera eso y no el bienestar tanto de la madre como del bebé.
Como te podrás imaginar yo no pude hacer LME como la conocemos, tuve que hacer lactancia diferida. El parto fue complicado, el bebé nació adormilado y sin el reflejo de succión, mis pezones son planos, tuve muchos puntos en mi zona íntima y esto me dificultó moverme para poder tomar una postura cómoda para lactar. Una vez que me decidí por la lactancia diferida, supuso una gran dificultad por la falta general de información que existe sobre esta práctica, pediatras desinformados, presión social, etc.
Frustración por no poder dar el pecho
Yo había leído muchísimo sobre la lactancia durante todo el embarazo; me compré varios libros (“9 meses desde dentro” de Eduard Gratacós Solsona y “Somos la leche” de Alba Padró, me instalé aplicaciones en el móvil (como LactApp o HappyLacta) y leí muchas páginas de Internet. En todas ellas se decía que lo que pasaba justo después del nacimiento del bebé era decisivo para la lactancia posterior. El bebé tenía que engancharse lo más pronto posible al pecho, es decir, en la sala de partos. Algo que en nuestro caso, no ocurrió. No sé si fue por las circunstancias del parto, si por el sufrimiento del bebé o por qué, pero no ocurrió.
Después del parto, pasaron las horas y el bebé no succionaba el pecho. Yo lo intentaba y lo intentaba, aun con todo el cuerpo dolorido por la dureza del parto, pero no lo conseguía. Pedía ayuda, pero por unas cosas o por otras, nadie supo ayudarme. Estuvimos en el hospital más días de lo que correspondería a un parto natural por las consecuencias físicas que tenía del parto y en todo el tiempo que estuvimos allí el bebé no se enganchó.
Preocupación porque el bebé no comía
Nos empezamos a preocupar porque sin comer desde que nació, no orinaba y cada poco le tenían que pinchar para mirar si tenía bien los niveles de glucosa. Al no comer podía tener una hipoglucemia y esto es muy peligroso. Llegó un momento que le dije a la matrona y a la enfermera a ver si me podían dejar un sacaleches para extraer el calostro o la leche (en el caso de que ya me hubiese subido, porque yo no sabía en qué punto estaba). Me dijeron que no su respuesta fue: “con eso lo único que vas a hacer es provocarte una mastitis”. Yo no me lo podía creer. Sinceramente me daba igual tener una mastitis en el caso de que así tuviera que ser, yo solo quería que mi bebé comiese.
Al final, después de comentarle al pediatra que llevaba el niño sin comer desde el nacimiento nos dio leche de fórmula para suplementar 10 ml cada 3 horas. En nuestro caso no era suplemento porque no comía nada, era su alimento principal. A día de hoy me sigo preguntando a ver si no era más fácil dejarme un sacaleches para poder darle al bebé mi propia leche o calostro. El calostro que tan importante se supone que es y mi bebé no tomó nada de nada.
¿Qué hago? ¿Cómo lo hago?
Nos dieron el alta y lo primero que hice al llegar a casa fue buscar un sacaleches que llegará el mismo día a casa. Yo tenía claro que quería hacer LME tradicional, pero que si no era posible no le iba a dar al bebé leche de fórmula pudiéndole ofrecer la mía y mucho menos lo iba a dejar sin comer. Aquí tuve que aguantar comentarios como “ya verás como cuando tenga hambre se engancha”. Pues no, esto nunca ocurrió ni con hambre ni sin ella.
Cuando decidí hacer lactancia diferida me encontré con muchísima desinformación. Apenas hay información fiable en Internet sobre esta práctica, los pediatras están muy desactualizados, no hay muchos testimonios de madres que lo hayan hecho y como no, también tenemos la presión social.
Presión social
Cuando te decidas por hacer lactancia diferida este será el primer muro o dificultad que te encontrarás. Probablemente la gente no entienda por qué vas hacer esto y te harán comentarios como el qué me hizo la matrona en el hospital “así solo vas a conseguir una mastitis”, “no vas a ser capaz de sacar la leche que el niño necesita”, “vas a durar dos días” o “así no vas a crear vínculo con el bebé”.
Estos comentarios en los primeros días del post- parto junto con el cóctel hormonal fueron totalmente destructivos para mí. Esos días en los que la mayoría de las madres pensamos que lo estamos haciendo mal, que no somos capaces de cuidar al bebé y que, en general, estamos más vulnerables, que nos cuestionen es lo peor que nos pueden hacer.
Frustración
Recuerdo ir a la primera cita con la pediatra dos días después de salir del hospital. Tuvimos que ir porque el bebé al estar sin comer los días después del nacimiento perdió mucho peso y querían controlar cómo iba y si había ganado o perdido. La pediatra, que era la primera vez que nos veía, me dijo “lo mejor que puedes hacer es darle el pecho”. Fue un comentario que me sentó bastante mal.
Toda esa gente que me cuestionaba y me hacía esos comentarios no era capaz de llegar a la conclusión de que si estaba haciendo lactancia diferida… ¿Era porque no me había quedado otro remedio? Quizás hay madres que de entrada tienen claro que quieren llevar a cabo esta práctica, pero desde luego que no era mi caso. Las horas conectada al sacaleches, horas dando el biberón, preocupación por no saber qué cantidad darle… desde luego que todo esto no era por elección, era por necesidad, porque no nos quedó otro remedio.
Decepción global
Recuerdo los días posteriores al parto con mucha preocupación por todo este tema y, como ya he comentado, nadie sabe asesorarte de manera correcta porque no hay mucha gente que haga esto.
A todo esto le tenemos que sumar la decepción con una misma por no haber podido hacer lo que todo el mundo esperaba que hicieras. Recuerdo que cuando en el embarazo me preguntaban si iba a dar el pecho (era lo único que le interesaba a muchas personas) yo contestaba “si puedo, sí” a lo que la gente me contestaba: “¿cómo no vas a poder? todas las mujeres pueden, somos mamíferos si no, nos habríamos extinguido”. Por lo que al no cumplir con las expectativas de la gente, además de decepcionar a los demás, te decepcionas a ti misma con todo lo que ello implica a nivel psicológico.
Además, cada vez que alguien me preguntaba a ver si le daba el pecho o nos veían dándole el biberón y tenías que explicar que estabas haciendo lactancia diferida… la gente me miraba como si fuera un extraterrestre. Por lo que he optado por contestar “sí, doy el pecho” de esta manera no hay que dar explicaciones. He de decir que no me avergüenzo de lo que hago ni mucho menos, pero no me apetece dar explicaciones a personas que no van a entenderme o me van a juzgar.
Otra cosa que me afectó bastante es que en todos los libros que he leído se da el mensaje de “todas podemos dar el pecho”. Es muy frustrante no poder hacer algo que se supone que personas entendidas te están diciendo que sí puedes hacer.
Conclusión
He de decir que no me arrepiento de haber hecho este tipo de lactancia. Aunque si que es importante tener en cuenta que es muy duro y que lleva muchas horas y dedicación.
Si estás en mi situación y estás empezando, quiero decirte que llevo muchos meses haciéndola. Aunque no voy a negar que es muy duro, se puede hacer si se hace bien.
Te dejamos unos enlaces por si quieres conocer información sobre sacaleches de Medela, sacaleches de otras marcas, repuestos de Medela y otro complementos para la lactancia diferida.
Pingback:Nuestra experiencia con... las crisis de lactancia - Mimos y Pañales
Hola, cual es la rutina que llevas para lactancia diferida? He iniciado el proceso igualmente ppr necesidad pero hay muy poca información
Hola 🙂 gracias por escribirnos.
La clave es el método. Estuve un año haciéndola. Intenta sacarte leche cada vez que el bebé tenga hambre. Un sacaleches doble es la mejor opción. Puedes escribirme por instagram o al correo electrónico (novedades@mimosypañales.com) y te informo detalladamente. Saludos y mucha fuerza.