Hace tiempo os hablamos sobre «nuestra experiencia en el pediatra» que más bien podríamos haberle llamado: nuestra odisea y nuestro calvario en el pediatra. Aquí os hablábamos cómo los primeros meses de vida con nuestro peque habían sido una tortura por «culpa» de la pediatra que nos tocó. Entre otras cosas:
- Le diagnosticó APLV sin ningún indicio y sin tenerlo
- Me sugirió que era una mala madre
- Me dijo que tenía que dejar la LME (Lactancia Materna) y darle fórmula
- Se fijaban constantemente en los percentiles, sin analizar al niño
- Lo midieron mal y en vez de volver a medirlo nos dijeron que «tenía problemas de crecimiento, que había que hacerle estudios»
Después de lo anterior nos cambiamos de pediatra y dimos con una pediatra y una enfermera muy buenas. La verdad es que estábamos encantados. Siempre nos hicieron ver que todos los niños eran diferentes y que cada uno crecía a un ritmo diferente, pero que lo importante era que cumpliese con los hitos del «protocolo del niño sano«.
Pues bien… después de más de medio año nos cambiaron a la enfermera. No sabemos qué paso con la nuestra, probablemente se haya jubilado porque era mayor. Nos ha dado mucha pena, pero es lo que hay.
Ella siempre nos alivió, nos quitó presión a la idea de tener un niño con un percentil bajo, nos puso de manifiesto que estaba sano y era activo y que eso era realmente lo importante
Primera consulta con la nueva enfermera
He de decir que la persona que hace el seguimiento del niño sano de nuestro peque es la enfermera. A la pediatra solo acudimos cuando está malito. Cuando entramos a la consulta la impresión fue buena porque era bastante agradable y, además, no llevaba retraso, algo que siempre es de agradecer porque en la primera pediatra llegamos a estar dos horas esperando en la sala de espera.
Nada más entrar nos dijo que «hoy no toca revisión, hoy solo vacunas». Me asombré porque llevaban sin mirarlo desde los primeros días de diciembre. A lo que le dije «bueno, es que lleváis mucho tiempo sin pesarlo y como no come muy bien, me gustaría que lo miraras». Ella me dijo que no le tocaba. Al final, después de mi insistencia porque semanas atrás había ido porque no comía, me dijo «vamos a hacerle un peso rápido, ponlo en la báscula».
Con «peso rápido» se refería a que no lo desvistiera ni quitara el pañal ni nada. Me sorprendió bastante, para mí un peso en el que no se le ha quitado el pañal ni la ropa me parece totalmente absurdo en un bebé de 8.5 kg. 200 gramos en él puede hacer que suba o baje bastantes percentiles y 200 gramos ya pesaría la ropa que llevaba, por no hablar del pañal que, si tiene pis, pues también pesa.
Después de pesarlo me dijo «ui si que es verdad que está bajo de peso». Digo pues me dirá que lo desvista para ver su peso «real». Pues no… me dijo que ya lo miraríamos el mes que viene.
Me quedé a cuadros la verdad. Me dices que está bajo de peso, que no es normal, pero no le das importancia y lo pesas con ropa. Para mí son mensajes contradictorios y ganas de preocupar.